jueves, 24 de febrero de 2011

ESPIRITU

Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos á Jesús mora en vosotros, el que levantó á Cristo Jesús de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.

Rom 8:11 

Esto no significa: “si la disposición o la mente de Dios mora en vosotros,” sino “si el Espíritu Santo mora en vosotros”

Si el Espíritu está en nosotros, Cristo está en nosotros. Él habita en el corazón por fe. La gracia en nuestra alma da como resultado una nueva naturaleza; el alma está viva para Dios y ha comenzado su santa felicidad que durará para siempre.

Los hijos de Dios tienen al Espíritu para que obre en ellos..

El Dios inmanente, unido de un modo inseparable a  todo a todos…

¿Habita en nosotros el Espíritu de Dios? Entonces la vivificación de nuestros cuerpos mortales es cosa segura.

«Mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne del cuerpo, viviréis.»


Rom 8:6  Porque la intención de la carne es muerte; mas la intención del espíritu, vida y paz:

“Los que viven de acuerdo con los dictados de la naturaleza humana pecadora están inmersos en las cosas de este mundo. Los que viven de acuerdo con los dictados del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Estar absorto en las cosas de este mundo conduce a la muerte; pero estarlo en las cosas del Espíritu conduce a la vida y a la paz”.

La vida gobernada por el Espíritu, centrada en Cristo y orientada hacia Dios, se va acercando día a día al Cielo aun cuando sigue en la Tierra. Es una vida que es una marcha tan regular hacia Dios que la transición final de la muerte no es más que un paso más en el camino.
Como Enoc, de quien se nos dice que su vida era un caminar con Dios, y Dios le tomó; o, como lo contó un niño, < se daba paseos con Dios, hasta que un día no volvió» (Génesis 5:24).
William Barclay

2Co 3:17  Porque el Señor es el Espíritu; y donde hay el Espíritu del Señor, allí hay libertad.

También a nosotros puede que se nos escape el verdadero sentido de la Escritura porque tengamos los ojos velados.
(a) Puede que nos los velen nuestros prejuicios. A veces, también nosotros vamos a la Escritura a buscar apoyo para nuestros puntos de vista más que para encontrar la verdad de Dios. .
(b) Puede que nos los velen nuestras ilusiones. Muchas veces encontramos lo que queremos encontrar, y se nos pasa lo que no queremos ver. Por ejemplo: nos encantan todas las referencias al amor y a la misericordia de Dios, pero se nos pasan las que se refieren a Su ira y juicio.
(c) Puede que nos los velen nuestras ideas fragmentarias. Siempre deberíamos considerar la Biblia en su conjunto. Es fácil tomar textos aislados y apropiárnoslos. También es fácil creer que ciertas partes del Antiguo Testamento están por debajo del Evangelio. Es fácil encontrar apoyo para nuestras teorías particulares escogiendo ciertos textos y pasajes, y apar­tando otros. Pero es la totalidad del Mensaje lo que debemos buscar; y esta es otra manera de decir que debemos leer las Escrituras a la luz de Jesucristo.
«Donde está el Espíritu ‑‑dice Pablo‑,hay libertad.» Quiere decir que en tanto en cuanto nuestra obediencia a Dios está condicionada por un código de leyes, estamos en la posición de esclavos. Pero cuando viene de la obra del Espíritu en el corazón, no deseamos nada más que servir a Dios, porque ya no es la ley sino el amor lo que nos mueve. Muchas cosas que haríamos de mala gana si se nos obligara son un privilegio cuando amamos.
El amor viste de gloria las más humildes tareas. « En el servicio de Dios encontramos la perfecta libertad.»

Comentarios tomados el volumen 9 de la 2da Carta de Corintios… de William Barclay…

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